Crisis de Abejas
- Martha Caceres
- Jan 8, 2022
- 3 min read

Liverpool, Inglaterra, Diciembre 2015
En noviembre, tuvimos lo que yo llamé “una crisis de abejas” en la cocina del apartamento donde vivo. Recuerdo que era un domingo en la mañana, entré a la cocina y todo el lugar estaba lleno de abejas. Había abejas caminando en el piso, algunas volando sobre los mesones y la estufa, había otras en los marcos de las ventanas. Sin saber qué hacer (porque me dio miedo que me picaran si las cogía), le pedí ayuda a la persona de recepción. El hombre entró a la cocina y después de mirar el lugar, empezó a coger con sus manos cada una de las abejas y con sutileza las fue sacando del lugar. Me explicó que las abejas no me iban a picar porque estaban muy débiles y solo estaban buscando un lugar donde refugiarse del frío y… morir.
“No entiendo, ¿Por qué tienen que morir?” Pregunté.
Y el hombre me explicó con un tono amable; “Es parte del ciclo de las estaciones, cuando llega el invierno, ellas mueren por el frío” y agregó, (imagino que al ver mi cara de tristeza) “pero en primavera vuelven a nacer, así es como funciona la naturaleza”.
En ese momento ya no me importó tanto que la cocina estuviera invadida por las abejas, empecé a sacar, con la misma sutileza que utilizó el hombre, y con cierta consideración, a cada una de las abejas que llegaron los siguientes días. En ese momento estuve lejos de imaginarme que el invierno también tendría un efecto en mí y que yo, al igual que las abejas iba a sentirme muy débil pronto.
El invierno no solo llegó con frío, lluvia y días totalmente oscuros. También trajo despedidas inesperadas, una fuerte presión de la universidad y la navidad, lejos de Colombia. Mi estado de ánimo se afectó totalmente. Por esos días, evitaba salir y sentir el frío y pasaba la mayor parte del tiempo en mi habitación. Cuando le conté a quien ha sido mi amiga, confidente y guía en muchos momentos de mi vida,sobre lo que estaba viviendo, ella me dio una respuesta maravillosa:
“Así como el clima, tú también estas pasando por un momento de oscuridad, es como un invierno dentro de ti. Pero como todo en la vida, tiene un propósito y como todo en la vida, no va a durar para siempre. Por qué no, en vez de evitar el invierno, tanto fuera como dentro de ti, lo acoges como parte de la experiencia que estás viviendo? hazlo tu aliado”.
Mientras pensaba en cómo era posible hacer del invierno mi aliado, la universidad presentó un documental sobre los indígenas Kogui en Colombia, por supuesto, yo estaba en primera fila. Algo en especial del documental llamó mi atención: uno de los Mamos, relató cómo fue su proceso para convertirse en máxima autoridad y guía espiritual de la comunidad: Los que están destinados a ser Mamos, viven muchos años en una especie de cueva, en completa oscuridad. Durante este tiempo, otros sacerdotes Mamos le transmiten sus conocimientos y le describen el mundo exterior para que de esta forma, el futuro líder aprenda a percibir el mundo, no con sus ojos físicos sino a través de su corazón y su conexión con la tierra. “¡Que hermoso!” Pensé. En ese momento, entendí que el propósito de la oscuridad era llevarme a mi interior. Y cuando vas a tu interior, te encuentras frente a frente con tu ego, emociones, apegos, sombras, miedos, paradigmas y expectativas. Se abre entonces una posibilidad maravillosa de conocerte, desmontar lo que no te gusta, transformar, recargarte para empezar de nuevo y así percibir la vida con otros ojos. Es morir de cierta forma y volver a nacer…como las abejas.
Ese día decidí reconciliarme con el invierno y aceptarlo como mi compañero en la etapa que estaba pasando. Me permití sentir profundamente la tristeza, la nostalgia, la soledad, la confusión y todas las emociones. Esta vez no las evadí, las observé y las acepté como parte de mí. Salí y sentí el viento fuerte que me movía y lo recibí con los brazos abiertos, me permití sentir el frío y la lluvia en mi cara, en mis manos, y en mi cuerpo. Fui a Sefton Park, uno de mis lugares favoritos en Liverpool, y vi que los árboles que hacía un mes tenían los más bellos colores de otoño, ya no tenían hojas. La mayoría de los animales ya no estaban y el lugar ahora tenía una mezcla de colores, grises y cafés. Observé la neblina, el lago, los cisnes que aún quedaban, las personas caminando con sus gorros y chaquetas y pensé: “hay tanta vida a mí alrededor, incluso el invierno tiene un encanto místico, silencioso y profundo, y ahí también hay belleza”. Compré un chocolate caliente, para calentar el cuerpo… y el alma, le sonreí al invierno y le di la bienvenida.
Comments