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Querido Papá

  • Writer: Martha Caceres
    Martha Caceres
  • Feb 7, 2024
  • 3 min read




Febrero 4 de 2024


Han pasado tres años desde tu partida, pero me ha dado cuenta que el tiempo es relativo. A veces siento que los días no han pasado. A veces siento que estos tres años sin ti han sido toda una vida. Llegar a Cerinza, es llegar a tu recuerdo. No hay un lugar donde tú estas más presente que en este Valle.

 

Cada vez que puedo, trato de recorrer los mismos caminos que tu amabas en Cerinza, como la tradicional caminata por el Tíbet en las mañanas. Este lugar impresionante de Cerinza que te hace bajar la cabeza ante la magnificencia y perfección de Dios. Los pastos se han puesto amarillos por las heladas y hay menos agua, la sequía trajo fuego en el cerro pero la unión de las personas del pueblo logro contenerlo. Todos oramos para que llegue el agua. Cada vez entiendo más cuando celebrabas la lluvia, decías sonriente: agüita para la tierra. Amabas ver llover porque sabías que el agua era vida y era la razón de este pedacito de paraíso en la tierra. Lara y Bosco, los perros, nos acompañaron en el recorrido. Estaban felices, saltaban y jugaban con el agua y el pasto. Como te hubiera encantado verlos, amabas ver a los animales felices.

 

Cobagote está bella. Sus árboles resisten con valentía los cambios extremos del clima y sus montañas siguen imponentes abrazando el lugar donde naciste. El kiosko que tanto soñaste está terminado y todos nos reunimos para almorzar ahí hoy, daría todo para que tu también hubieras estado sentado en esa mesa... La silla donde se sentaba mi abuelo sigue intacta, como si el saliera todas las mañanas con su bastón a sentarse ahí, para ser feliz contemplando las montañas. Cuando camino por Cobagote siento que caminas a mi lado y que me hablas de tus recuerdos de Boyacá y la historia detrás de cada árbol.

 

No sé con exactitud cuántos árboles plantaste, pero cada día le doy gracias a la vida porque esos árboles están ahora con nosotros, recordándonos todo el tiempo que tu esencia sigue en ellos. Por eso, este año quisimos hacer algo especial para honrar tu legado, sembramos Alisos y Árboles Feijoa, en ese lugar donde tú te sentabas con tu sombrero y una espiga de trigo en la boca, mientras mirabas las montañas. ¿Que pensarías? Siempre me pregunto.

 

Sé que habrías estado sonriendo, viéndonos hacer nuestro mejor esfuerzo al abrir huecos en la tierra para plantar con cuidado cada árbol. Celebrarías también ver a las chiquitas de la familia, Mari y Analu abonando la siembra y poniéndole agüita. Estoy segura que tu amor por los árboles y las flores trascenderá a está y a las siguientes generaciones.

 

Y cómo Cobagote siempre tiene su magia, justo después de la siembra, el cielo se empezó a oscurecer y se llenó de nubes. Los rayos empezaron a caer en la Laguna del Alto y una leve lluvia nos bendijo y bendijo la siembra. Yo quería bailar de la felicidad al sentir las primeras gotas de agua.


Papá, intercede en el cielo para que estos árboles crezcan fuertes y podamos seguir sembrando más. Le pido a Dios que yo pueda devolverle a esta tierra y a este planeta tanto de lo que me ha dado, así como tú lo hiciste.

 

Te amo por siempre.


Martha Rocío



 

 
 
 

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